Oyes, en medio de la selva, un trino,
ves en la noche cintilar tu estrella,
un alma de mujer cándida y bella
refulge a trechos en tu gris camino.
Tú sientes la emoción, el repentino
embrujamiento, la indeleble huella,
pero el éxtasis lírico te sella
en los labios el verso peregrino.
No importa. Tus momentos de Absoluto
hierven en ti, como la kiel en cubas,
y a cada germen corresponde un fruto:
a nubes de pasión, lluvias de llanto,
a viñedos en flor, cosecha de uvas,
y a siembras de emoción, siegas de canto.
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