Todo lo que el corazón calla nos conduce a la muerte.
Todo lo que la vida calla, con sus lumbres despiertas,
es asombro y silencio
para la muerte. ¿Pues qué es la muerte
sino la gran perplejidad, la insólita
extrañeza, al filo mismo de lo real?
No el sonoro joyel, no la espirituosa pulpa: el hueso,
sólo el hueso con su seco silencio
al que ninguna pregunta sucede o inquieta.
Perplejidad y silencio.
Vacío
de un vacío fluyente por debajo del tiempo,
granada abierta, hermosa fuga, lebrel de ardor-
eso es la muerte. Lo que rodea a la vida como una llama pavorosa,
y la acalla por siempre.
Lo que esperamos siempre.
Óseo silencio de perplejidad.
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