Profunda luz. Las doce. En duro suelo
me abriga el sueño aquella vieja roca.
Tres ángeles detienen, suave, el vuelo.
Extraños ríen con extraña boca.
Baña los campos la fundida nieve.
Premonitoria es esta primavera,
y de aquel abedul se adentra, leve,
en frío lago larga cabellera.
Veloz acerca el ala hermosa nube,
cintas azules en el cielo brillan…
Risueño en ellas mi mirar detuve.
Los ángeles piadosos se arrodillan.
De un pájaro encantado se levanta
muy claro y fuerte el trino de metal
y lúcido, yo escucho lo que canta:
¡Tu dicha no, tu muerte sí, mortal!
Versión de Ángela Becker
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