Algún día
echaremos a los niños
el cuento del soldado Calley
que mató y mató
entre drogas tragos y chingongo
mascado
arriba y abajo de los dientes
algún día
echaremos a los niños
el cuento de Angela Davis
que se levantaba cada mañana
dudando
entre ponerse la armadura contra las balas
o llenarse los bolsillos
la carterita y la ropa interior
con glicerina
porque se dio cuenta que era negra
toda negra:
alma
cuerpo
futuro
y pensó en voz alta que era un lindo color
algún día
echaremos a los niños
el cuento aquel del águila
que se hizo vieja
viciosa
ciega
y no se enteró
sino muy muy tarde
que ya bajo sus garras
bajo sus patas bajo sus dos alas
momificadas
nadie
-porque ya no había locos criminales ni mafiosos-
esperó más
a que contáramos
esta historia