Debajo del limonero,
la niña a mí me decía:
-Te quiero.
Y yo me puse a pensar
que era mejor la corteza.
Tiré las migas de pan.
Debajo del limonero
la niña me dio su beso
primero.
Y juntos vimos caer
los limones por el suelo,
cerca del amanecer.
Debajo del limonero,
la niña me dijo un día:
-Me muero.
Y ya no sé adónde ir ,
que el limonar me recuerda
la gracia de su perfil.
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