Para el hombre que amo
En el eco ojival de mi transparencia
en tu recuerdo me diluyo…
Mis húmedos surcos navegables
afloran
en el intermitente canto de tus deseos.
Sumerges pistilos en mis labios abismales,
produciendo capilares estertores
me vuelvo tu cómplice
y convulsiona mi cuerpo en tu lecho.
En tus manos soy mar incontenible,
horizontales anhelos,
hembra previsible ante la presencia
de innumerables goces.
Mis secretos escondidos humedeces.
Poro a poro se bañan mis fuegos seculares,
tiemblo, grito,
mareas sucesivas y salvajes
repertorio de conjunciones fulminantes.
Embates fragorosos, ¡gemidos!
Incontrolables pulsaciones
del conjuro procreador multiplicante.
Ya sin quejas descanso en tu piel
despejada de líquidas sorpresas.
Tranquila,
serena,
iluminada.