Sumérjase el alma un instante
en el árido mar del deseo
y surja falaz de su espuma
tu efigie de bronce
*
Agite la brisa a su soplo
tus negros y sueltos cabellos
y envuelta en su halago
la bruma de tu cuerpo.
*
Al blanco cuenco de tus blandas manos,
febril apoyo de mi ardiente frente,
al brillo rojo de tus labios finos
dulce caricia de mi boca torpe,
siempre soñada.
Tú que derramas sobre tu frente un bucle,
al inclinarse triste la cabeza,
tú, que amedrentas en tus ojos negros
la melancólica luz y el dulce brillo
la que en el cuello dilatas un sollozo,
y en los labios humedeces un suspiro.
*
Sincronía de suspiros blandos,
sabrosa de salobre, teñida de resol,
moldeada en la morena carne
de la virgen del arpegio dulce
y pastoral.
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