Un plato de cartón y siete velas
en la sala de estar de la memoria,
siete años de luz en una tarta
humilde, escueta y pobre como un nido.
Mi madre junto a mí, detrás mi padre,
y mis hermanos, ángeles de invierno.
Allí estoy yo sentado y sonriendo
al futuro que ahora me contempla.
Callado estoy, con unos labios frescos
y unos ojos que ya no son los míos.
¿Qué tábano me hirió en el entrecejo
y me dejó a merced de la tristeza?
Esta foto me duele como un cáncer.
Voy a acostarme pronto a ver si sueño.
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