Nada podrá arrancar del alma mía
de mi joven gentil la imagen grata,
ni la memoria del ciprés pomposo
de mi pecho jamás será borrada.
No lograrán el hado enfurecido
ni la fortuna con rigor voltaria
que la miel de tus rojos labios sea
de mi sediento corazón borrada.
Enredado en tu negra ondosa crencha
está mi corazón desde la infancia;
hasta la muerte unión tan agradable
no será deshecha, ni borrada.
Arrebatarme las pasiones fieras
lo pueden todo con ardientes ansias;
sólo no pueden de mi amante pecho
esta agradable llama ver borrada.
Mi violenta pasión con tal impulso
ha sido impresa en lo interior del alma,
que aunque mi cuello dividido sea
jamás esta impresión será borrada.
Si en sus amores mi alma mostró exceso,
es preciso no obstante disculparla;
está enferma, la fiebre que la agita
quisiera, ¡ay triste!, al punto ver borrada.
El que no quiera como Hafiz mirarse
lleno de frenesí, de angustia amarga,
hasta la idea del hermoso sexo
tenga del débil corazón borrada.