Llegó la rosa, amigos;
vengan, vengan los juegos;
esto mismo aconsejan
los venerandos viejos.
No hay tristeza ahora en nadie,
pero, ¡ay!, que vuela el tiempo.
Pues bebamos con ansia
mas que el tapiz manchemos.
Dulce el aura es, da gozo;
mas yo apurar prefiero
el rojo vino al lado
de un semblante halagüeño.
Venga la lira; adversa
es la suerte a los buenos.
¿Para evitar su angustia
por qué no enloquecemos?
¡Cómo brilla la rosa!
Agua y vino, que el fuego
de amor, que me consume
quiero apagar con ellos.
Hafiz, ruiseñor eres.
¿Pues cómo tú al aspecto
de las rosas pudieras
mantenerte en silencio?
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