A Clara
Ella escribe.
Da vueltas por la casa aplastada de palabras,
por las calles de transeúnte del tiempo,
por las sombras de ese otoño permanente,
allí donde el sol sólo alborea en mañanas extrañas.
Generación tras generación nace la palabra.
Ella escribe, no puede hacer otra cosa. Escribe.
Escucha un sonido, ve una flor y la hace cuento y sabe que es extranjera
que siempre lo será, esté donde esté, vaya donde vaya,
es extranjera de sus propias palabras que se ordenan en la hoja
como se ordenaban sus juguetes infantiles a la hora de la siesta.
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