¿Qué te pica? El alma
máter, pero a fuerza de miedo
no fui más que un pobre padre
para vos, hubiera querido
altares de frutas sin carozo
de flores sin centro y de carey
peinecitos sin dientes
para acariciar tus vellos
en la dirección correcta?
Ningún desperfecto
hedor o aspereza irresistible
y sin embargo
soy un almo no calmo
nada por mí mismo, insatisfecho
siempre. Perdoname,
puse el huevo entre mis piernas
y lo que debía ser tibio, ardió
como los mil demonios
usurpando el aire. Máter
cambiemos los roles por el amor
de dos, piedras preciosas
que mastico en el perfume
de tus palabras. Vivo
por vos y por mí
hago nada. Qué,
te pica? Sostener entre uñas
el salto de pulguita
ay esmeralda
ráscame la espalda que yo
no puedo, pido
tregua suplico
entre la uña y el dedo:
levantar roncha (escocer mucho una palabra o ¿cosa?)
por los siglos de los siglos
temer
a mi propio fuego cada vez
que abro la boca para decir alguna
cosa o ¿palabra?
Ay esmeralda rascame mucho más,
adentro.
glauca de Verónica Viola Fischer
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