POINTRE-À-PITRE
Los negros, trabajando
junto al vapor. Los árabes, vendiendo,
los franceses, paseando y descansando,
y el sol, ardiendo.
En el puerto se acuesta
el mar. El aire tuesta
las palmeras… Yo grito: ¡Guadalupe!, pero nadie contesta.
Parte el vapor, arando
las aguas impasibles con espumoso estruendo.
Allá quedan los negros trabajando,
los árabes vendiendo,
los franceses, paseando y descansando,
y el sol, ardiendo…
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