He estado, casualmente, delante de la casa,
y la luz encendida dibujaba una sombra
en la ventana abierta.
Nos amábamos mucho en esa habitación,
con un amor amigo del grito y del teatro,
amor hecho de abrazos y mentiras excelsas.
Alguien vive ahora allí
-quizá un cuerpo bellísimo-,
alguien que no eres tú.
No nos amamos ya
(cuánto amor ha pasado, quién nos lo iba a decir.
Y no nos ha quedado el menor rastro).
Y sin embargo, en la luz encendida,
entre sombras extrañas,
aquel amor hondamente perdura.
Añadir un comentario