Sé que no eras un ángel
ni una puta
Me cojías como un ángel
hasta hacerme estornudar
por el roce de las plumas
de tus alas y claro
caían lágrimas de mis ojos
Llorabas entonces
como una puta
enamorada
de un ocasional cliente
caliente
y nuestros gemidos
no sexuales
se elevaban a los cielos
Allí quedó nuestro amor
colgado
después de alguna noche
de sexo
en la que perdiste las alas
al golpear contra una nube
y caíste hacia algún lugar del planeta
No te volví a ver
pero sigo buscándote
y reavivando tu recuerdo
en iglesias y burdeles
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