Haz que yo pueda ser, amor, la escala
en que sus pies se apoyan, el torrente
de luz para su sed, o, suavemente,
el cauce en que su vida se resbala.
Sólo soy un espejo para el ala
de un ángel dividido, que así siente
que le soy necesario, y dulcemente
a mi dolor su claridad iguala.
Y eso es todo, amor: sólo un reflejo.
No escala, luz ni cauce, en que pudiera
subir, brillar, o transcurrir ligera.
Únicamente el sueño de un espejo
mudo a veces, y opaco, en donde anida
la imagen solitaria de su vida.
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