He aquí la mano alargada en la
dirección del tiempo y los ojos reptando como
un río que discurre en amplios
anuncios de la final derrota en el
mar y he aquí la mano concentrada de
siempre, cerciorando la condición imposible
de cada cosa y he aquí los ojos que
capaces serían de poner punto final a la
dirección del tiempo y declaro formalmente que
cada intento de acercar la mano -he aquí
la mano tendida a ti ya vosotros- se ahoga en las
turbias aguas de mis vencidos
ojos, a la espera de una población más fiera
y alegre, y he aquí el fin del
vivir, tantos y tantos años retrasado.
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