He cambiado todas mis rosas por un lugar cerca del fuego,
por el sosiego de mi alma la negra seda de mi pelo,
he vendido mis esperanzas por un puñado de recuerdos,
mi corazón por un reloj que sólo cuenta el tiempo muerto,
mi última moneda de oro se la di de limosna al viento,
ahora ya no me queda nada, desnuda estoy como el desierto,
un oasis de mansedumbre está brotándome en el pecho.
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