De láminas un libro yo hojeaba,
Y en un extremo de la sala, Lola,
Junto a su madre ?que también cosía?
Cosía silenciosa.
De pronto «¡Watherloo!» dije en voz alta;
«¡Aquí Napoleón… éstas sus hordas!…
Lola, acércate, ¡ven! que raras veces
Se ven tan bellas cosas».
Dejó la niña su costura al punto,
Juntó a la mía su cabeza blonda,
Y de un beso el calor sintió extenderse
Por su frente marmórea.
Y mirando a su madre de soslayo,
Dijo quedo: ¡qué lámina preciosa!
Y añadió cabizbaja y sonriente:
Oh !muéstramelas todas!
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