Hora de amor. Qué dios envenena mi alma
con labios que sonríen y ojos verdes
mientras la tarde en su jardín me encierra
y me incendia y abrasa con sus pájaros.
Pasos míos, ¿adónde me lleváis?
¿Por qué verdes veredas?
¿A qué rincones plácidos o lugares de duelo?
Hora de fuego lánguido
cuando el día es un cisne que canta en su agonía
con bella luz que nunca se repite,
hora de amor sombríamente dulce,
arráncame de mí, quiero huir de mí mismo,
ser aire, tierra, planta,
sin alma, sin conciencia,
beso, caricia, soplo,
rama en el viento, verde hoja al aire.
No hay tierra en mí. Soy fuego
desesperado, inútil como astro en la noche
pero bello en mi luz solitaria que sufre.
Soy fantasía del agua que nadie ve en la noche,
sueño que al despertar no se recuerda
mas que pone en los labios y el rostro su hermosura,
amor, amor oculto que florece
en el cáliz de junio.
La llama que así misma se devora,
la lluvia sobre el agua,
las gotas de perfume que ruedan por su pétalo,
el rayo que en el seno de la nube se esconde,
oh, amor, son formas tuyas
que en mí suspiran, presas, por su amante.