A Marga
Hoy como ayer nos vamos a la cama.
Los rostros otros, el cuerpo habituado
más maduro, inútil de saberse formalmente.
Todo transcurre bien.
Yo sé de tu tardanza y de los juegos,
tú de la rapidez y mi torpeza.
Los dos nos aplicamos el contacto
como sabia pareja de animales fecundos
que conocen la muerte
y la meditan…
Los rincones ocultos,
los suaves resortes permanecen
en su dulce lugar, siempre a la espera
de la repetición, del hábito, del rito
de la civilizada suerte que los halle
más allá del bien y del mal.
Todo transcurre bien
cuando el placer como un disparo exacto
nos alcanza.
Y el abrazo
vencido atrás quedó
como testigo mudo
de la perfecta técnica empleada.
Nada es igual que ayer
(tú bien lo sabes).
Así será la vida que nos queda
una templada cópula sin dolor y sin miedo,
quizá…
sin alegría.