Hoy era la última tarde.
Usted no paraba de hablar
-lo hubiese matado-
y a mí me ardían las uñas cuando nos despedimos
en la parada del autobús.
Ni un solo beso.
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Hoy era la última tarde.
Usted no paraba de hablar
-lo hubiese matado-
y a mí me ardían las uñas cuando nos despedimos
en la parada del autobús.
Ni un solo beso.