Las cigüeñas jóvenes que llegan
no ocupan nidos vacíos
Van al ataque de otros
hogares ocupados por familias,
los arrebatan o mueren. Hijas perdidas
tal vez, que vuelven a vengarse
inadaptadas pajaritas de papel
la mayoría, débiles.
Después de muertas, renacen buenas
y se ocupan de viajar cargando niños
rosados, normales, niñas también.
Si el llanto cesa y los bebés ríen
son abandonados
o el destino coloca cables
de alta tensión donde queda la cigüeña
como un avión de guerra o bien
como una equilibrista
dormida sobre la cuerda. Entonces,
la bebé moquea en su última respuesta.
A mí me trajo un cuervo,
hembra y yo en venganza
le comí los ovarios.
Ahora pone huevos.
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