Humildad, la fuente inagotable
de recursos naturales es un río
que no quiebra, un río
que fue lluvia, una elevada
vertiente que cae
como toda la plata, finalmente.
El hombre del rocío en la cabeza
y en los hombros, el famoso rocío
de los prados, hoy canoso,
no es más que la humildad que anda,
el otrora verdura de las eras, cabizbajo.
No está solo: una bandada
anda empapada como voz de Neruda.
Ese río, dios mortal del mar,
renace en meaculpa de la lluvia.
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