Mi corazón se pierde en la nevada
ascensión de tu cuerpo, sin consuelo,
y enfrías la fuerza del anhelo
en medio de tu carne congelada.
Cada día te ofrezco una alborada
de ilusión y de vida, todo un cielo
palpitante de sol, que funda el hielo
y transforme tu cuerpo en llamarada.
Pero toda mi vida es poca vida
para matar la muerte que se esconde
y circula en tu sangre adormecida.
Has desatado el nudo de tus brazos,
tu voz a mi llamado no responde,
y es sólo un eco el paso de tus pasos.
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