Cuando pongo la mejilla en esa melodía, recupero un instante
la ciudad perdida.
Vivo sin leño ni lumbre, señuelo en pos de ti.
Por encontramos en el mundo, nos cubre la llama que da pavor. Soy de pies a cabeza la gran vacilación del hombre. Mustio, trago a cántaros el olvido y la tiniebla.
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