Mujer de treinta y tres,
desaforadamente loca
-pero de apariencia cuerda-
jefa de una familia
que no le respeta
su nivel jerárquico,
sólo cuando se lo toma en serio
y haciendo uso legal de sus derechos
ejerce la violencia maternal
establecida.
Le hace a usted
una invitación clara,
o sea, sin dobles intenciones,
para ir al cine
y ver una película
decente o no,
para mayores o no,
(por suerte a esta edad
es posible
hacer ese tipo de elecciones
y asumir, según las circunstancias
cualquier edad
de las vividas).
Y promete:
No sobrepasar los límites de las sillas,
no aprovecharse de la oscuridad,
no sucumbir al frío acondicionado,
no transgredir la doble moral burguesa
comer palomitas de maíz todo el tiempo
comportarse con la normalidad laboral
de una empleada de oficina en escritorio.
Si en todo caso,
la susodicha mujer
no le resulta de su confianza plena,
podría usted hacerse acompañar
de alguna novia, amante o prometida,
un par de amigos, conexos o similares,
los vecinos de su cuadra,
el recuerdo de sus amigos de infancia,
un contingente de los Derechos Humanos,
los cazafantasmas o caza sueños,
los bomberos,
una ambulancia…
porque, a decir verdad,
esta mujer
promete, en principio,
al final,
…quién sabe.