Dulzura de jocote, piel caliza,
hermana del izote campesino,
madruga en cafetales tu camino
y en claros ojos de agua tu sonrisa.
La vida de tu pueblo se desliza
sembrando la semilla, atando el fino
suspiro del tabaco matutino
y haciendo germinar a la hortaliza.
La furia de la tierra en movimiento
dos veces ha quebrado tu estructura
dejándote desnuda frente al viento.
Y tú, con la paciencia nazarena,
Jucuapa ,la provincia sin ventura
te has vuelto a levantar fuerte y serena.
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