Abre la puerta y da la luz.
Es ya muy tarde,
y sabe que en su casa nadie lo espera.
Todo
sigue en su sitio y el silencio pesa
sobre las mudas cosas que le ignoran.
Va de aquí para allá, por el pasillo, por las vacías
habitaciones, y no sabe qué hacer, por qué esta noche
está tan lejos todo.
Coge un libro.
Pasa un rato leyendo.
Luego, escucha
con desgana una música.
Mientras, la madrugada
avanza lentamente.
Acaso alguna rosa
de ese florero que hay sobre la mesa
deja caer sus pétalos marchitos.
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