Te he buscado por bares y por días
sin saber encontrarte.
Recorrí las callejas de tu barrio
-donde vivo también, de vez en cuando-
y he dejado los rastros de mi paso
por si acaso los vieras, telegramas
que cortejan tu nombre en las aceras.
Te he buscado por noches, entre copas
duras seguramente y excesivas,
esperando alcanzar la madrugada
de tus ojos cachorros: y encontrarte.
He pensado en llegarme hasta tu calle,
preguntar por tu puerta y proponerte
una cita, unas flores, un poema
para tenderme un puente, como entonces
cuando la juventud, y la ilusión, y eso…
Te he buscado en mi agenda y en mis discos
sin preguntar por ti, sin visitarte,
porque a veces los años se parecen
a esas juergas que sólo dan resaca.
Mas, a pesar de todo, te dedico estos versos
no sólo porque hacerlo es un vicio querido
sino porque con ellos quizás pueda mostrarte
la condición que exhiben algunos personajes:
«hombre cansado ya de muchas cosas
con papeles en regla de anteriores afectos
no demasiado joven y sin ningún dinero,
llama a tu corazón. No tiene fecha».