A menudo entro y salgo de mí mismo
y alguna vez me solicito audiencia.
Topo conmigo en largos corredores
y pongo cara de que no me asombro
o bien me ignoro.
Un breve llanto oscuro
rompe un espejo. Vamos de viaje,
nos dejamos, jugamos a escondernos,
mi cuerpo y yo, esposos de la aurora.
¿Soy yo sin ser? ¿Y no es soñar vivir
fuera de sí, de los muros, la duda,
donde el cuerpo no llega, porque pesa
más que el bronce y el plomo del cerebro?
Y me voy por lugares musicales
para olvidar el sitio donde habito:
la arcilla densa de donde entro y salgo
ya vivir me resigno sin mis alas.
-Entrad en mí, pues tengo mil alcobas
para vosotros, salas e invernáculos.
Mas nadie viene, el único invitado
soy yo, en la casa demasiado grande.
Versión de Enrique Moreno Castillo