A menudo te has detenido
en una esquina.
Has mirado las nubes,
si hacía o no aire,
los ramilletes de los arces.
Has pensado…
Luego, te has dicho…
Pero no. Te habías
olvidado de algo.
Alguien que te empujaba.
¿Un fontanero?
¿Una gruesa señora?
O un hombre importante -una cartera
auténtica, de cuero, una camisa,
un olor de pomada-.
Sí, las nubes.
En general, el aire.
Y no saber.
O sí.
Era allá dentro.
Unos pájaros altos -¿golondrinas?-
¿Blancos o negros? el Palacio
de Justicia.
No sé. Tú jurarías
que careces de peso.
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