Ella le daba alpiste a su pasión más fiel
le daba agua en el pico
le daba de su almohada los algodones blancos
mientras los ‘pobrecitos’ esperaban silbando
que vuelva hablando sola.
Poco a poco no pudo sostenerlos
y ellos se debatían de pico en los alambres
entonces dio sus manos por la fruta golpeada
los grises de su frente hurgando en las verduras
y ellos se debatían de pico en los alambres
se negaban criar y cantar y bailar
alegrarle la vida las visitas.
Ella daba los ojos de cuando fue mirada
sus palabras de leche azucarada
ella lo daba todo y se negaban.
El domingo dejó salir a uno
que ganó la ventana y se voló hasta nunca
después abrió las jaulas con gran desesperanza
se inclinó lentamente
y sentada más cerca de la mesita chica
apoyó la cabeza en el respaldo.
Fue la primera vez que su abanico
en el ruido del aire
siguió y siguió dictando
cuando ya hubo cerrado fuertemente los puños.
La mujer de los pájaros de José Antonio Cedrón
Añadir un comentario