La niña chupó la punta de su dedo meñique:
un brillo de diamante se produjo en la uña.
Se colocó de espaldas al gran sol del poniente.
Alzó su mano izquierda:
extendió el dedo humedecido.
Un rayo de aquel sol atravesó la uña:
el arco iris nació.
La niña fue hasta él.
De sus huellas sobre la hierba
brotaban campánulas azules y moradas.
Subió con ágil paso.
Las aves y el viento guardaron silencio.
La niña se fue haciendo un punto cada vez más brillante
mientras ganaba altura.
De pronto
el arco iris desapareció:
los pájaros celebran con asombro nocturno.
En el cielo
deslumbra
la Luna creciente.
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