Hay placeres de invierno, y a menudo el domingo,
cuando un poco de sol dora la tierra blanca,
con la prima salimos para dar un paseo…
-Pero no volváis tarde, que la cena no espera.
Cuando en las Tullerías ya hemos visto cien veces
entre troncos negruzcos muchas ropas floridas,
tiene frío la joven… Y nos dice que empieza
a notarse la niebla que acompaña al crepúsculo.
Y volvemos hablando de ese día feliz
que pasó tan aprisa… y de amor insinuado.
Y se huele al entrar, con enorme apetito,
desde el mismo portal, nuestro pavo en el horno.
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