Luego que de la noche el negro velo
por la espaciosa selva se ha extendido,
parece que de luto se han vestido
las bellas flores del ameno suelo.
Callan las aves, y con tardo vuelo
cada cual se retira al dulce nido.
¡Qué silencio en el valle se ha esparcido!
Todo suscita un triste desconsuelo.
Sólo del buho se oye el ronco acento;
de la lechuza el eco quebrantado,
y el medroso ladrar del can hambriento.
Queda el mundo en tristeza sepultado,
como mi corazón en el momento
que se aparta Clorila de mi lado.
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