Ahora que ya no sientes
la furia del ridículo encendiéndote
y me miras llorando,
suplicando mi mano para salir
de donde yo jamás podré sacarte…
Ahora que la certeza del final
se te ha clavado justo en las pupilas
y la vida penetra regalada
por esta sonda fría,
umbilical…
Ahora entiendes mi prisa,
mis ganas de tenerte
antes del dormitorio,
mi insaciable ansiedad
encarnada de piel y de saliva…
Ahora que te penetra el plástico
y no quieres mirarte en el espejo…
Ahora me pides, leve,
sin palabras,
que recupere el tiempo con mis manos.
Y yo tan sólo sé
seguir amándote.
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