Giacomo se envuelve en el crepúsculo del Florian
Me preguntas cuántos besos tuyos, Lesbia,
me bastarían para estar satisfecho.
Cátulo
Mientras beso tu boca, dulce
doncella en la conquista, muerdo
las comisuras de tu madre
y los labios que tus hermanas
ceden al peso del deseo;
beso a las próximas mujeres
lejanas y desconocidas
aún por mi codicia, aquellas
que algún día serán tú en otra
tú, que ahora oprimes mis labios
contra tu máscara de niebla,
y abres el negro terciopelo
donde mi angustia deposita,
con un grito húmedo y sordo,
el rubí de mi corazón
humeante al pie de tu reflejo.
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