La vida se nos va, ya ves, como leímos
en los libros antiguos: en un soplo.
Lo supimos entonces, acuérdate, admirando
los versos de Virgilio.
También a estas alturas,
llevamos con nosotros los oscuros penates,
y su lista se expande como en una batalla.
¿De qué nos sirve -dices- lo aprendido
en los tratados de filosofía?
Pues todo lo bailado terminarán quitándonos.
No hay consuelo detrás de ese túnel,
ya lo has visto: las lágrimas,
el silencio de los corderos
y la espada asesina del ángel.
Toda una vida andando, andando, andando.
Y lo peor resulta que es llegar.
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