Las constelaciones (1965) de Luis Hernández Camarero

Bendíceme pues, tú, ojo tranquilo,
Que sin envidia puedes ver
Una dicha demasiado grande.
Federico Nietzsche

I

Los signos del Zodiaco

Géminis

Es extraña nuestra canción. Es demasiado triste y antiguo lo que cantamos. Nuestra canción no nos pertenece. Y si se nos oye en las noches en las ferias, es porque no somos ajenos al cansancio y la gloria, porque la paz que encontramos alcanzará a cubrir por un día el deseo.

Hemos llamado en nuestra ayuda a la fatiga. Hemos subido los muros. Hemos dejado en casa al hermano, al mismo hermano que guarda —quizás sea que volvamos— el gastado cuaderno de sus labios.

Hemos ascendido los mares, uno a uno llegado. Y es que Nave, lo más Sur y vencido, nos aguarda. Y tal vez este juego que inventamos, este juego en que ardemos confundidos, ha venido de sus manos a las nuestras.

Y en nuestro corazón, que jamás fue duro, es poniente ahora. Porque pese a que fuimos simples e inalcanzables, hemos sobrevivido al hermano. Lo hemos dejado, ciego y amargo, en sus viajes no emprendidos: sólo trazos de los dedos silenciosos sobre el mapa.

Aries

Tomamos de la Estación que muere
Los despojos.
Tomamos los añicos lucientes
Del Verano.
Con ellos en la tarde, heridores del Estío,
Entretejemos
El recuerdo pacífico y cruel
Del aire helado.

Scorpio

Hacia furia este camino:
Esta calle bajo luna, bajo áspera luna,
Sin esquinas. Los prestigios del agua
Que nos muestra sus lentos pilares derruidos.
Algo recordarás aquí de la canción de la tierra,
De la música girante de la esfera.
Algo recordarás de la majestad de los días perdidos,
De los días atados en las manos, como cintas:
Esto es lo que en la noche se acompaña.
Inimitable es esta melodía:
Hacia estanque las tardes que bebimos en las calmas
oleosas.
Hacia furia conduce esta canción.

Aunque el dulce Noviembre
Nos derribe en estrellas,
Elevados.

Piscis

Es el Sur quien nos lleva y nos olvida
Hacia el alba postrera. Sus presagios,
Aprendidos sin miedo en las estrellas,
Son tan sólo la forma como el agua
Centelleante ha llegado.

Acuario

Jugador de tenis de una noche
Al regreso, Acuario, constelado.
Yo no sé si esa prisa que alcanzaste
En tu duro golpear en la fatiga
Tenga un término de paz o de deseo.

Sueña, Acuario, caído en los espacios,
Todo pleno en tu mudo parecer, en tus heridas
Errante, confundido, entregado
Al Oscuro y al cansancio.

Sin embargo a nosotros nos es dado
Nunca a tu forma llegar,
Nunca un lugar en tu juego
Entre luces crecidas en alambres.
Los gimnasios del mar son esta brisa,
Estos peces extraños: pobres signos del agua
Que en su ascenso a la dicha se han perdido.

Virgo

Tú debiste estar
Cuando sol y espiga.
Agosto era un mes tan simple.

Agosto es el mes más simple.
Yo soy ahora quien sueña,
Quien dobla lentamente
En las esquinas.

Tauro

Qué antiguas estirpes del dolor
Vivieron en tus entrañas, toro.
Toro formado a imagen
De mi insomnio.
De qué ocultos guariques, como humo
Surgió tu alma: crótalo negro,
Toro entre banderas.
Crótalo en la selva de la arena dorada.

Si creado contemplo tu amargura,
Tu alma, toro,
Se torna en mi celeste compañero:
Tuyas son como mías
Las fugaces visiones
De esta tierra.

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