Violeta de la tarde,
abejorro amarillo
que zumba en el espejo
de la poza del río.
Las horas verdenegras
las pasan los mosquitos
haciendo y deshaciendo
sobre el agua su ovillo.
Todo parece hecho
por obra del Destino,
lo que se pierde en flautas,
lo que se pierde en pitos.
En el manzano juzga
un abejorro fino.
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