Buscando entre heroínas antiguas,
releyendo crudos y amargos diálogos de amor y de muerte,
entreteniendo la tarde de invierno con té y viejos rencores adosados a un sueño,
así, entre mis libros de mujeres,
te encuentro.
Vuelvo a encontrarte,
hoy que todas las batallas damos por perdidas,
porque hemos triunfado en lo que se puede,
hemos abandonado dices, satisfecho, el imposible.
Lo dices cada vez que tienes ocasión de encontrar mi sonrisa prevenida,
mis pocas palabras, mis oropeles de guerra.
Lo dices cuando me alucinas
en el sueño de las calles de París de este invierno de tu otoño.
El crudo dolor de existir, repites, parafraseando a Lacan.
Escribir consuela del dolor de existir,
protege de las tentaciones de Madame Bovary.
De transformarme en tu consuelo.
De transformarme en tu consuelo.
De que queden unas pocas páginas menos para la historia,
cuando otra vez nos amemos.
Las tentaciones de Madame Bovary de Elina Wechsler
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