Como la res su marca y Sísifo su roca
llevo yo mi destino.
Como su agreste tosquedad el cardo.
Aunque hasta el cardo tiene
su corona de gracia.
Yo, en cambio, no. Me ha sido arrebatada
por unos y otros
como por aves de rapiña.
Judas es solamente una carroña
sin buen samaritano.
Un hijo pródigo sin padre que lo espere.
Magdalena volvió,
volvió Zaqueo,
Pedro el de piedra y duda,
Pablo el de Tarso,
los jornaleros de la hora undécima,
los leprosos proscritos.
Hasta Lázaro, que se había marchado
para no volver nunca,
volvió también.
Y todos hallaron de par en par la puerta a media noche.
Pero Judas no vuelve. Judas sigue
trastabillando hacia horizontes ciegos
porque todas las puertas se cerraron
contra su rostro y su esperanza.
Qué supo de esto Job? Qué supo Cristo?
Judas no tiene madre que lo arrulle
y le pase la mano por la frente
al bajar de la Cruz.
Judas muere de pie mientras camina,
pues ni Cruz tiene a que arrimarse muerto.
Legítima defensa de Amable Sánchez Torres
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