Mujer de luz, mujer idealizada,
que apagaste tu lámpara de oro:
aun pienso ver la escarcha de tu lloro
dentro de tu ataúd amortajada.
Vuelve a surgir de gloria coronada;
sal otra vez del mármol incoloro;
yo te amo, yo te vivo, yo te adoro,
llena de luz como una desposada.
Tu carne fue de nardos y panales,
floreciente entre sábanas nupciales;
resucita: yo te amo, yo te quiero.
Dame tu boca en flor, esposa mía,
y tu seno que hierve en armonía,
lo mismo que un enjambre en un romero.
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