Leyendas de Miroloyis de Gunnar Ekelöf

11. Mi corazón está inquieto dentro de mí
Su desazón llega hasta mis manos
hasta mi miembro que se yergue
hasta mis sienes que baten violentamente
Oh Diosa mía
Madre mía
que también eres mi hija
Besa mis ojos ciegos
Bésalos con un sueño
como acostumbras
Pon tu mano sobre mi corazón
ingrávida como la caricia de un ala
para calmarlo
Que palpite únicamente
temblando ante tu grandeza
Que palpite el corazón
de pie, con las manos levantadas
por ti.

* * *

18. Guíame princesa, llévame de la mano
Anda, vámonos ya
cruzando el Creciente Fértil
a nuestro país

Nadie nos puede hacer daño
y a nadie haremos daño

El haber sido cegado aguza la vista
hasta la luz.

* * *

23. Poder alegrarme aun estando ciego
con lo que otros me cuentan que han visto
Esto es lo que he ganado
Sentir esta mano en la mía
callosa de recoger hierbas comestibles
pero todavía muy joven
quizá demasiado
¡Qué tristeza! ,
A veces cuando ella se ausenta
-sé bien porqué-
y yo me quedo aquí sentado en una piedra esperándola
toco con los dedos
las hojas y hierbecillas de mi alrededor
y siento sus diferentes aromas:
Me devuelven algo de lo que yo solía ver. Sí-
en una época montaba yo un semental
de raza Shammar
cuya genealogía se remontaba a tiempos del Profeta
y no me interesaban las chicas

Todavía puedo oír
el gran cencerro de bronce de la cabra guía
y los cencerros de los camellos
desde el grande del primero
hasta el pequeño del octavo que cierra la marcha-
Oigo los pasos de los hombres
que transitan por aquí
Recuerdo y sé
Por eso no soy ciego
Solamente he sido cegado
Yo he visto
y siento
la mano de la joven
al coger la mía,
unas veces firme, entonces sé que ella sabe,
otras menos firme,
entonces sé que está preocupada.

* * *

24. Esto lo sabéis, debéis saberlo:
Una hija puede ser padre de su marido
padre de su padre
Un hombre puede ser madre de su hija
aunque sea
adúltero o ciego

Pero si tienes una buena hija
Cuídala bien
Si la dejas marcharse
por muy alto que sea el precio
pronto envejecerás
y allí te quedaras con tus miserables monedas
Solo

No la vendas
Entrégala
al hombre que tú amas
y al que ella no aborrece

* * *

28. Dame agua
aunque sea gota a gota
de tus dedos
Yo la mamaré de ellos uno tras otro
como el cabritillo mama de la esposa del pastor
¡Tú la de los múltiples pechos!
Oh dame agua
Iré besando las gotas
dedo tras dedo
sin olvidar ninguno
También besaré los dedos de tus pies
con los que vadeando has llegado hasta mí
cruzando el agua fría, los restos del barro
de las últimas lluvias
Ahora la ciudad está envuelta en polvo
nube tras nube de polvo y de polvillo de paja
se arremolinan con el viento Meltemi
y penetran hasta aquí dentro
Dame agua de tus dedos
Sí, también de los de los pies.

* * *

29. Brillaron tus ojos dorados, esposa mía,
cuando levantaron el velo de tu cabeza
Eran negros, los ojos más negros
pero cuando levantaron el velo de tu cabeza
en su negrura había oro
Jamás olvidaré
la chispa que lanzaron al reconocerme
aunque ahora no puedo ver nada
Tienes ojos negros, mi amor
los ojos mas negros, los más hermosos
con una chispa de fuego
que todavía puedo ver.

Versiones de Francisco J. Uriz

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