Litoglifo de Rogelio Saunders

Isotropía: «Como es arriba es abajo».

Esto no sucedió en lo antiguo,
ni en el hoy esferoidal.

El inconsciente —afirma R.— no existe. Es sólo —agrego yo, R., su doble— la conciencia desdoblada.

¿De dónde partir? ¿A dónde llegar?
Wittgenstein o la escalera.
El andamiaje —dice Einstein— que no forma parte de la construcción.
Sin embargo, A., el Escéptico, erigió sus historiadas catedrales con una regla y un compás. El compás de Einstein y la regla de Cartesius.

El asombro del compás.
Dazzled in front of Frame.

En esto del constructo hay algo medular y plutónico. Algo irresistiblemente final. Los astros disueltos, el cerebro excarcelado. La libertad deliberada.

Octavio Paz —ese azteca que sueña ser un hindú, o ese hindú que sueña ser un azteca— ofrece, ofrenda, este pórtico: By passion the world is bound. By passion too it is released.

Las huellas se borran, el origen no existe. No nos hagamos ilusiones.

Logomakia del Esquizo. Esquizotimia del Logos.

En marcha.
On march.
En avant.

La jeuneusse se-dépérissment on-dit.
Let things just come and happen.

Figura en el tiempo
(como)
un carro de (estrellas) de (fuego).
En el cielo figura:
un plano es un plano es un plano es un plano.

El péndulo, el perpendéculo.
Ritmático y ridículo.
Chamánico y maquínico.
Meshiánico.

Pentesilea.

Compilaciones.

Where we come from?
From Nowhere.
Where do we go?
To Nowhere.

Hora de agradar. Hora de guardar. Hora de perseguir. Hora de testificar.

Algo redondo, como Meccanum. Algo tan sólido que sólo podría ser risueño: la esperanza, el sentido, el excesus.

Plus ultra antiguo. La moral es el cabello.

Pensar es aprender a morir.
Pero morir, ¿es aprender a pensar?

Fluencias.

Flujos y reflujos.

Confluencias.

Copia de un acta vernácula. Se habla de un reino. Alguno enloquece. Geometría de la selva. Colgar a unos centímetros del suelo es significar el cielo. «Como es arriba es abajo». Imitatio confusa.
Los símbolos no pesan. La gravedad es el sinónimo de la ligereza. La némesis de Narciso.

Apuleyo con su asno de oro, ¿no es Jesús triunfante, inimaginablemente pagano? Entrando en la Jerusalem Celestial con un carro de fuego, en todo igual a un anónimo campanillero de feria. Noli me tangere. La llaga que está afuera es sólo el ondulamiento voluntario del anillo de Moebius. Abigarramiento centelleante de las máscaras amontonadas en el templo. El levante y el poniente: fichas abrillantadas que caen tintineando (enchanting) a través del hastío.

Dios nos mira por el ojo de una cerradura.

Tal vez, como aduce Wittgenstein, no podemos ver a Dios porque no podemos ver la luz con la que vemos.

Pero, ¿y el rayo? Dios está de espaldas. Dios es dos o el Doble. La duplicidad, la fuerza, la antigüedad, los dioses. Dios es el Adiós. Dios pulula, como los semejantes. Él es lo semejante. La semejante extrañeza. Sobre todo él no existe. En efecto: huyó. Su estela es el mundo (the flag over the island). El proyecto más loco de las tinieblas.

Dios ———— mío. ¿Qué significa nada?

Oh dios mío.

Un grito en el aire.

Aaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.
Aaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.

Óigase este consigna raigal en las tinieblas.

Tóquese la herida con la herida. La boca adherida a la vulva y la vulva adherida a la boca. Un logaritmo vulvar. Lingua vulgaris.

El sueño es fragmento.

La sentencia es lo que cuelga.

Phalus distraído o discantado.

El ahorcado es un pájaro en actitud de recogimiento. Un monje que ora en silencio dando la espalda al ocaso. El vasto mar del vacío lo soporta, lo trans-porta. Nada hay que agregar al mundo: está completo en su horror, como el cráneo-vacija de Inmanuel Kant, el errante. Expuesto e invisible. Orgásmico, orgonómico. Trigonométrico, isotrópico. La yacija euclídea, olvidada en un sótano, despedida, saqueada. El cráneo: el cronómetro.

¿Qué desamparo pudo originar ese grito?

Esto: no hay relación entre el desamparo y el grito.
Nada comulga.
Todo es como si ser fuera. Ha advenido el sí sin acento. Si interminable, si sin fuerza, si sin sonancia. Desinencia.

El alma se levanta y se va. El alma es lo primero que se ha ido. Antiguo no. Noidad equivalente de la adivinación, de lo di-vino.

Los pies inflamados, hundidos en la piedra. El falso infinito deslumbrante. El conquistador, allende el cielo, a través de su inexistente grito. No antiguo. Insistoria. Fojas miliares. El corazón maldito, el cogito milenario. De la estupidez infinito es el número.

Ein weltenbild: el sabio tocando su sistro impar, su violín de ingres. La realidad es más-realidad (rerum rarum) porque es hipertelia. Exceso puro. He dicho: sabio, como quien señala un cartel colgado en el saliente de un objeto antiguo, por olvido, por impaciencia, trazando una abertura infantil en la escarcha del vidrio. Dedo sagrado del idiota. La colgadura del colgado.

He dicho: he dicho.

«Estar en el secreto».

El violinista lleva colgado al cuello este cartel que dice: Un sabio.

«Los hombres cuelgan del mundo» —dice el cartel que llevan colgado al cuello los hombres que cuelgan del mundo: los Antípodas.

El mundo cuelga: Globo del Ojo.
Denario dorado.

Los mímicos. Los mitoicos.
Raza perdida.
La armazón, el cordaje.
El crepúsculo, la perspectiva.

Si el Tiempo es un río, el Universo es el ápice de una aguja.

Dios —el bufón, el manirroto— vela.

Los que no son sino polvo en el viento han consentido el martillo.
El arco de su gesto los ha cegado.

Una punta de aguja, voladora. Sémola en el iris. La estrella del vientre, confusa.

La construcción del artilugio ha sido sencilla. Postrado al final de un proceso que no es necesario describir, el muñeco (el monigote, golem o baphomet, joven dulcísimo) expira incesantemente bajo el doble cono vigilante de un reloj de arena. En un momento dado se coloca el cartel: «Como es arriba es abajo». Luego se coloca un velo piadoso sobre la evidencia de la descomposición, que es ya inminente. Hecho esto, se asiste en silencio a la representación, a lo interminable que late tras el final, con sordo ritmo pneumático. Es entonces que empieza. La máquina perpetuándose en la nada. El metrónomo olvidado de la música: tan sin memoria que sólo se conoce y se desconoce a sí mismo. Lo que ningún pensamiento puede durar, helo entonces aquí, enfrente del humo. Diluido testimonio en que los huesos son hilos. Como si hubiera bebido el residuo durante toda una noche, la gran cabeza dorada emerge, espléndida como el sol bajo el agua. Metamorfosis indescriptible. Firmemente asentado sobre sus extremidades inferiores, tortuosas y descomunales, el monstruo se encorva bajo el peso inefable del arcoíris. Mira con unas cuencas vacías la ondulante vastedad que se extiende en todas direcciones como un confluencia sin movimiento y sin límite. Y echa a andar con paso inequívoco hacia no se sabe qué crimen inevitable.

No: el ocaso no es lo antiguo.

Yo soy lo antiguo.

Yo, el nacido-en-muerte.

El hastiado, el maldecido, el expulsado.

Condenado a la lengua.

A proyectar una sombra.

A habitar y a ser deshabitado.

Morador sin morada.

Hijo sin padre y padre sin hijo.

Yo soy el que soy: el dios solitario.

Nadie me toque.

La eternidad es huída.

Es, pues, el Adiós perpetuo lo que habito.

No doy: niego.

No sirvo.

No existo.

Nadie sabe lo que digo cuando lo digo.

Este trazo es una burla. Esta huella es una intersección momentánea de la nieve y el aire. Un punto que se irá confundiendo con la lluvia. Una gota.

Este espacio en blanco es sólo este espacio en blanco.

Antes o después: «Como es arriba es abajo».

Cuervo, rabino, salmodio:
Nevermore.

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