¿Qué brilla en tu mirar que el alma enciende
en la célica luz de un sol perdido?
¿Por qué en tu voz de tórtola mi oído
todo lo capta y todo lo comprende?
¿Qué místico mensaje se desprende
de tu silencio al corazón herido?
¿Qué efluvio de un instante ya vivido
en tu ritmo de gracia me sorprende?
Ausentes fuimos, pero nunca extraños.
Yo te debí de amar hace mil años
y agobiarte de idénticas preguntas.
Ayer perdida y recobrada ahora,
tras nueva ausencia y en lejana aurora
han de besarse nuestras almas juntas.
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Anónimo