Donde el poeta habla a la amada por vez primera de sus dos hijas
Llegaron juntas a la pena mía
como desde tu vientre hasta la cuna.
Te quise mucho en el dolor. Alguna
vez te podré decir lo que sentía.
Llegaron juntas hasta mi alegría
cuando crecía en soledad la luna
y otoño vareaba la aceituna
en los olivos de mi Andalucía.
Hubo una vez en ti tres corazones.
Mas como me los distes, no dispones
más que del mío en sombra y no te vale.
O sí te vale. Mírale la llama.
Bendita sea, Dios, la doble rama
que al tronco del amor más puro sale.
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