Los que se amaron deben quedar ciegos.
Porque sus gestos sean sin sentido.
Porque sus brazos giren sin gracia ni provecho.
Como las tempestades…
ciegos.
Ciegos como banderas después de la victoria
o como las espadas
que están siempre desnudas y gloriosas.
Qué rencor por los ciegos
y por las tempestades.
Y por los que creen que el amor es la hartura.
Oídlo bien: El amor es el hambre.
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