Mientras iban creciendo
estos árboles, yo
daba vueltas al mapa
diario de mis sueños.-
Y cada rama era
el nombre de un país, y cada hoja
una ciudad con torres o mezquitas
y siempre con un alma
en pena.
Y en otoño
me querían llevar al otro mundo
las hojas amarillas
y una calle sin nombre y sin ventanas.
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